En 1922 el cineasta alemán Friedrich Wilhem Murnau
estrenó su mítica película “Nosferatu,
eine Symphonie des Grauens”
(“Nosferatu: Una Sinfonía del Horror”),
una inquietante película muda que abordaba la
historia original de la novela “Drácula”, del escritor irlandés
Bram Stoker, y que hasta el día de hoy es considerada
por los especialistas como la más oscura de las
cintas que se hayan filmado alguna vez sobre
el mítico vampiro rumano de Transilvania.
Prana Film, el estudio detrás de la película “Nosferatu”,
fundado en 1921 por Enrico Dieckmann y el artista y
ocultista Albin Grau, al no conseguir los derechos de
la novela “Drácula”, comisionaron al guionista
Henrik Galeen que escribiera la misma historia
del famoso conde rumano, pero que cambiara los
nombres de personajes y lugares geográficos para
evitar posibles problemas legales. De ese modo, Galeen,
en vez de la Inglaterra victoriana, ambientó el relato
en una ficticia ciudad portuaria del norte de Alemania
llamado Wisborg y cambió los nombres de los personajes.
El nombre de Drácula se cambió por el de
conde Orlok; Jonathan Harker pasó a ser Hutter
y la joven Mina Murray, objeto del deseo
del chupasangre, fue convertida en Ellen.
Galeen añadió también la idea del vampiro trayendo
la plaga de Wisborg a través de ratas en un barco.
Por ello el film fue llamado “Nosferatu”, palabra que
deriva del griego “Nosophoros”, que significa
portador de plagas, pues el vampirismo, según
las leyendas y la propia literatura, era una plaga.
Se escogió como director al mejor representante
del tétrico expresionismo alemán del momento,
F.W Murnau (1888-1931), un realizador
extremadamente talentoso y cuidadoso que aún
está en las listas de los mejores directores de la historia del cine.
“Nosferatu: Una Sinfonía del Horror” se estrenaría en 1922,
y en su folleto de promoción estaba descrita como
“una adaptación libre de la obra de Bram Stoker, Drácula”.
Sin embargo, la viuda de Stoker, al enterarse de la
existencia de la película, demandó a los productores
de la cinta por infracción de derechos de autor
y ganó el juicio. El tribunal, así, ordenó que se
destruyeran todas las cintas de “Nosferatu”, pero,
afortunadamente, un reducido número de copias
de la película ya se habían distribuido por todo el mundo,
y permanecieron escondidas por particulares
hasta la muerte de la viuda del escritor irlandés.
Fotografía: Jesús Jiménez Gómez
Fuente: Guioteca
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