Una biblioteca puede definirse, desde un punto de vista
estrictamente etimológico, como el lugar donde se guardan libros.
Sin embargo,
en la actualidad esta concepción se ha visto superada
para pasar a referirse
tanto a las colecciones bibliográficas y audiovisuales
como a las
instituciones que las crean y las ponen en servicio
para satisfacer las
necesidades de los usuarios.
Las bibliotecas son una realidad consolidada a lo largo de
más
de cuatro mil años de historia, que discurre paralela a la de la escritura
y el libro.
Desde el 24 de octubre de 1997 se celebra el Día de la
biblioteca.
En sus orígenes tuvieron una naturaleza más propia de lo que
hoy
se considera un archivo que de una biblioteca. Nacieron en los templos
de
las ciudades mesopotámicas, donde tuvieron en principio una función
conservadora, de registro de hechos ligados a la actividad religiosa, política,
económica y administrativa, al servicio de una casta de escribas y sacerdotes.
Los documentos se escribían en escritura cuneiforme en tablillas de barro,
un
soporte basto y pesado, pero que ha garantizado su conservación.
Destacaron
especialmente las bibliotecas-archivo de Mari, Lagash y Ebla,
así como la del
rey asirio Assurbanipal.
Las bibliotecas se pueden clasificar atendiendo a varios
criterios
(usuarios, acceso, ámbito geográfico, etc.).
Las clasificaciones más
utilizadas son las que proponen la Unesco y la IFLA.
Bibliotecas Nacionales.
Bibliotecas universitarias.
Bibliotecas escolares.
Bibliotecas especializadas.
Bibliotecas públicas.
Fotografía: Jesús Jiménez Gómez
Fuente: Wikipedia
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