miércoles, 30 de marzo de 2016

Los Compadres




Las Piedras Sagradas del Sochule,
 ubicadas en el macizo montañoso oriente,
 del majestuoso Valle de Tzapotlán,
 resulta ser uno de los complejos monumentales
 más asombrosos del mágico pasado de Zapotlán.

 En el Fuego Nuevo de 1455, según el Códice de Cuauhtitlán,
 Nepohualco, rey de Tlayólan, ofreció en sagrado
 sacrificio a su hija Tonantzin.

Tlalocatépetl, estaba llorando de impotencia,
 al ver que su amada Tonantzin iba a ser sacrificada
 para agradar a la Piedras Sagradas, llamadas del Sochule.
 Nepohualco estaba a punto de clavar la punta del cuchillo de obsidiana
 en el pecho de su amada hija, cuando de repente la tierra
 empezó a temblar, arrojando al precipicio,
 que está enseguida de las dichas piedras, al rey Nepohualco.






Las Piedras Sagradas del Sochule, lanzaron un ruido estruendoso,
 como el de un quejido, que inevitablemente asustó a todos
 los naturales que se encontraban en el lugar.
 Se habían cumplido los designios del chaman,
 Cacama, quien había advertido al rey Nepohualco 
que las Piedras Sagradas del Sochule
 querían una ofrenda de amor y no de dolor.

Ahora que todos se han enterado del porqué el enojo
 de las Piedras Sagradas del Sochule,
 lamentan la muerte el egoísta rey Nepohualco;
 y la feliz pareja, formada por Tonantzin y Tlalocatépetl,
 postrados, en bella ceremonia, unen sus almas para toda la vida,
 siendo testigos de esta dicha la Piedras Sagradas del Sochule.





FotografíaJesús Jiménez Gómez

Fuente: CiudadGuzman












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