Los fósiles son los restos o despojos de plantas o animales
muertos
hace tiempo que no sufrieron el proceso de putrefacción
y que, al cabo
de muchos años, pasaron a formar
parte de una corteza de la tierra.
Un fósil puede estar formado por el mismo despojo
del
organismo muerto, por su impresión en el sedimento,
o por las marcas que dejo
en vida, en tal caso son restos fósiles.
Para que la fosilización tenga efecto, es necesario
un
entierro rápido generalmente por sedimento hídrico.
A este proceso le sigue una
alteración química,
en la que puede añadirse o suprimirse sustancias minerales.
La
fosilización en el mejor de los casos, es un proceso aventurado
que depende de
una concatenación de circunstancias favorables.
La gran mayoría de plantas y
animales que alguna vez vivieron
desaparecieron por completo, sin dejar rastro
alguno, sin dejar registro fósil.
Excepto en raras excepciones, sólo quedan Fosilizados el esqueleto
y las partes duras del organismo.
Este, al descomponerse en el interior
del sedimento, altera las condiciones
locales y promueve la
incorporación de sales minerales en su estructura misma,
un proceso
que recibe el nombre de mineralización. Este cambio químico permite
al fósil volverse más resistente que el sedimento circundante.
Fotografía: Jesús Jiménez Gómez
Fuente: Fosil.com